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Se celebra una de aquellas ferias tradicionales en unos de esos pueblos en que la gente multitudinariamente es la que constituye el espectáculo.
Una tarde hubo desfile de carrozas. Hubo varias y estaban muy bien arregladas. Entre ellas se metió un camioncito que tenía rotos los guardafangos, flojos los parachoques, casi sueltas y a la vez casi trancadas las puertas, abollada la cabina, roto el asiento, agrietada o podrida la madera de la parte de atrás. Los cuatro cauchos mostraban las lonas y tenían zapatas. Todas las cuatro ruedas estaban torcidas.
Cuando aquello se movía sonaba como una orquesta estridente de puras latas. Lo que más llamaba la atención era el nombre que le colocó su conductor: "ASÍ ES LA VIDA".
En realidad, para muchos, "así es la vida", pero no es así para el Señor Jesucristo. Uno de los propósitos de su venida al mundo fue el de darnos vida. Por eso dijo:
"Yo he venido para que tengan vida; y para que la tengan en abundancia"
JUAN 10:10
(Francisco Lievano)
