Una de las figuras que se utilizan en la Biblia para indicar la relación de Dios con sus hijos es la del águila y sus polluelos.
Ahora bien, el águila hace su nido en lo más agreste de la cordillera, entre los más abruptos peñascos. El águila cuida su nido y sus huevos diligentemente. Cuando nacen los pulluelos, los abriga por poco tiempo.
Luego comienza a empujarlos para que se lancen a los aires. Si ellos no se lanzan, ella los lanza y con una maestría extraordinaria se tira en picado para poner sus alas debajo de ellos. Sus hijos van a parar naturalmente sobre las alas de la madre. De esa manera los enseña a volar poco a poco, hasta que los polluelos dominan los aires.
De modo análogo, el Señor se preocupa mucho por el nacimiento de su nueva criatura, y cuando está recién nacida le manifiesta cuidado y ternura. Pero luego comienzan a empujarla a que salga y se sostenga por su propia cuenta, para lo cual El está dispuesto a extenderles sus brazos protectores en caso de que le ocurra cualquier percance.
Así que el nuevo convertido al Señor debe procurar hacer grandes proezas con la confianza absoluta de que el Señor le ayudará.
ISAÍAS 40:31
pero los que esperan a Jehová tendrán nuevas fuerzas; levantarán alas como las águilas; correrán, y no se cansarán; caminarán, y no se fatigarán.
(Francisco Lievano)
(Francisco Lievano)