Un joven soñó que entraba en un supermercado recién inaugurado y, para su sorpresa, descubrió que Jesucristo se encontraba detrás del mostrador.
-"¿Qué vendes aquí?", le preguntó.
-"Todo lo que tu corazón desee", respondió Jesucristo. Sin atreverse a creer lo que estaba oyendo, el joven emocionado se decidió a pedir lo mejor que un ser humano podría desear: "Quiero tener amor, felicidad, sabiduría, paz de espíritu y ausencia de todo temor. Deseo que en el mundo se acaben las guerras, el terrorismo, el narcotráfico, las injusticias sociales, la corrupción y las violaciones a los derechos humanos".
Cuando el joven terminó de hablar, Jesucristo dice: "Amigo, creo que no me has entendido. Aquí no vendemos frutos; solamente vendemos semillas".
"Convierte en frutos las semillas que hay en ti".
GÁLATAS 6: 8-9
Porque el que siembra para su carne, de la carne segará corrupción; mas el que siembra para el Espíritu, del Espíritu segará vida eterna. No nos cansemos, pues, de hacer bien; porque a su tiempo segaremos, si no desmayamos.
Humberto Agudelo