jueves, 1 de noviembre de 2012

¿TIENE MI VIDA UNA DIRECCIÓN?

Esta pregunta se puede comprender de dos maneras, tan importantes la una como la otra.
La primera es: ¿A dónde va mi vida? ¿Cuál es su sentido, objetivo? ¿Hacia qué puerto se dirige mi barca? ¿Va realmente hacia un puerto, o mas bien arrecife el que me espera el naufragio? Seria insensato el viajero que siguiese su camino sin tener la mas mínima idea de su destino. Sin embargo, ésa es la actitud de la mayor parte de la humanidad. ¿Es quizá la suya? Reconozca que no tiene sentido. 
Segunda forma de comprender la pregunta: ¿Mi vida tiene una dirección, en el sentido de que hay alguien que la dirige? Quizá digamos como ese poeta inglés: "Soy el dueño de mi destino, el capitán de mi vida". Entonces surge otra pregunta: ¿Soy un buen capitán  dueño de mis acciones y mis reacciones, sabio en mis decisiones, prudente al trazar mis proyectos? ¿Respeto las  leyes divinas?
A esas dos preguntas el creyente puede responder: Jesús es mi objetivo, Jesús es mi maestro y mi piloto. El creyente sabe a dónde va y en manos de quien puso su vida. Por naturaleza, sin Dios me encontraba como todos los hombres, en la dirección opuesta, conducido por el diablo a la perdición eterna.
Hoy, a quienes no han dado media vuelta para ir por la buena dirección, Dios hace este llamado: "Escoge, pues, la vida, para que vivas" (Deuteronomio 30:19)

¿De dónde vienes tú, y a dónde vas? (Génesis 16:8)
 porque yo sé a quién he creído, y estoy seguro que es poderoso para guardar mi depósito para aquel día. (2 Timoteo 1:12)