Una señora que trabajaba en el servicio doméstico de una casa se cansó, y un día se escapó a buscar trabajo en otra casa vecina.
-Gente como tú no quiero yo -le dijo la señorota que salió a abrirle la puerta.
- Por qué, señora?
-Porque he oído decir que a ti te gusta poner el oído en la pared para saber qué es lo que conversan los señores de la casa cuando están en su habitación.
y la que buscaba trabajo, que era audaz, le respondió:
-Señora ¡Si usted supiera qué es lo que ellos dicen!
-¡Ah! ¡Cuéntame, cuéntame! -le respondió la señora- Pasa adelante, hablemos.
La biblia dice: "Por lo cual eres inexcusable, oh hombre, quienquiera que seas tú que juzgas; pues en lo que juzgas a otro, te condenas a ti mismo; porque tú que juzgas haces lo mismo." (ROMANO 2:1)
(Francisco Lievano)
(Francisco Lievano)