Arrepentirse significa cambiar la manera de pensar sobre Dios y la actitud hacia El, lo que, en definitiva transforma los actos y las decisiones de una persona. Los que se arrepienten y aceptan la provisión de Cristo para el perdón de los pecados por medio de su muerte se salvarán de la muerte espiritual (Juan 3:16).
El arrepentimiento implica que al ser redargüidos por el Espíritu Santo, se debe confesar el pecado, y después abandonarlo. Juan el bautista llamaba a la gente a dejar una forma de vivir impía para adoptar otra que honrara a Dios, su llamado fue: "Arrepentíos, porque el reino de los cielos se ha acercado." (Mateo 3:2)
En la actualidad, el Señor sigue invitándonos a arrepentirnos y, después responder con "frutos dignos de arrepentimiento" (Mateo 3:8).
