Se realizaba una clase en la cátedra de filología de la universidad. El erudito profesor de la materia estaba hablando sobre las obras literarias por excelencia. Afirmó que son cuatro: El ingenioso hidalgo don Quijote de la Mancha de Miguel de Cervantes Saavedra, la tragedia inglesa Hamlet de William Shakespeare, La divina Comedia de Dante Alighieri, y la creación filosófico-poética Fausto de Johann Wolfgan Goethe.
Un alumno pide la palabra para manifestarle al profesor que hay un libro que supera a esos cuatro. El profesor le concede que intervengan.
"La Biblia -dijo el alumno- los supera a todos, y es la fuente de la cual todos bebieron."
Al profesor le aparece un rostro solemne; el alumnado espera la reacción. Al fin responde con tono reverente: "Pero la Biblia es otra cosa."
Tenían razón profesor y alumno. La Biblia es otra cosa. No podemos compararla con ningún otro libro.
JUAN 6: 63
El espíritu es el que da vida; la carne para nada aprovecha; las palabras que yo os he hablado son espíritu y son vida.
(Francisco Lievano)
(Francisco Lievano)