Entraban dos borrachos en un pueblo que se hallaba de fiesta y, por supuesto, lleno de maldad y de pecado. Al ver que en la entrada del pueblo estaba una cruz iluminada, uno de los dos le preguntó al otro:
-¡Epa, ñero! ¿Por qué está esta cruz aquí en la entrada? ¿Será para que el diablo no se meta?
El otro embriagado también estaba completamente perdido, pero por lo menos le brilló en ese momento una chispa de luz:
-No, no es para que no se meta, sino para que no se salga porque ya lo tienen adentro.
Y aunque este es un hecho de desequilibrados borrachos, ¿para qué combinar la cruz con las orgías de los pueblos?
"No os embriaguéis con vino, en lo cual hay disolución; antes bien sed llenos del Espíritu" (Efesios 5:18)
Francisco Lievano